María Pagés: Óyeme con los ojos
Teatro Góngora (20:30 horas)
La danza flamenca, presente siempre en el Festival de la Guitarra, abre este año el programa de espectáculos: el Teatro Góngora acoge una exitosa propuesta de María Pagés, la bailaora y coreógrafa sinónimo de elegancia, belleza y expresividad. La artista sevillana presenta Óyeme con los ojos, una producción con dramaturgia de El Arbi El Harti que debe su nombre al poema Sentimiento de ausente, de sor Juana Inés de la Cruz. En este solo, el único que ha creado durante toda su carrera, María Pagés narra la vida y las inquietudes espirituales y existenciales de una mujer cuya vida está marcada por el baile como vocación ética.
Estos versos, junto con otros de Fray Luis de León, San Juan de la Cruz, Ibn Arabi, Rumi, Juan Agustín Goytisolo, Tagore, Mario Benedetti y el propio El Harti marcan el camino dramatúrgico del espectáculo, empapado de una espiritualidad que María Pagés expresa con madurez y serenidad a través del embrujo de su baile. La minuciosa puesta en escena y la desgarrada música que nace de la guitarra de Rubén Levaniegos, el violonchelo de Sergio Menem, el violín de David Móñiz, el cante de Ana Ramón y Bernardo Miranda, y las palmas de José Barrios, arropan a la bailaora que, a sus 53 años, reflexiona con serenidad sobre la vida, el baile, el deseo y el cuerpo. Se trata, explica, de un espectáculo “que ha evolucionado desde su estreno. Es inevitable -añade-. Toda creación tiene un punto de inflexión continua, y más en esta pieza, cuyo objetivo era entrar en la espiritualidad. En cada función penetramos más en ella. Es una obra que todos disfrutamos mucho porque es un encuentro con nosotros mismos”.
Pagés, que lidera desde hace casi 30 años, su propia compañía cuenta por éxitos sus proyectos. Y Óyeme con los ojos no es una excepción, es un espectáculo de primera categoría, una apuesta valiente que permite comprobar el personal concepto estético de la artista y el porqué de su reconocimiento, tanto dentro como fuera de España. Utilizando los acentos clásicos del género, todas sus obras amplían el horizonte de la danza flamenca y abren un nuevo camino para esta disciplina artística. La suya es una innovadora manera de entender lo jondo, con la que ha demostrado ser pionera en la expresión del flamenco como un arte en evolución, contemporáneo y vivo. El crítico Roger Salas define muy bien su trabajo: «En todas las artes -dice- hace falta una Pagés«, para elogiar a continuación «su medular heterodoxia, que termina imponiéndose con una personalidad singular». O, como afirmó Saramago de forma contundente: «Ni el aire ni la tierra son iguales después de que María Pagés haya bailado«.
Si hay algo que pueda definir su personalísima forma de crear es su arraigado sentido ético de la cultura. Ella crea porque está convencida de que el arte lleva en su esencia y en la emoción que produce, un profundo compromiso con la vida y con la memoria. Iconoclasta por naturaleza, Pagés ha hecho de la danza y el flamenco su patria poética, en la que la modernidad es la tradición en movimiento y el dinamismo de nuestros lenguajes e ideas.
La artista sevillana puede presumir de tener una rica y extensa biografía artística, que comenzó en la compañía de Antonio Gades, al que considera su maestro indiscutible. Desde entonces su carrera la ha llevado a los mejores escenarios del mundo, con multitud de proyectos, y a colaborar con figuras de la talla de Mikhail Barysnikov, Tamara Rojo, Ángel Corella, Plácido Domingo, José Saramago y Óscar Niemeyer, entre otros. Ha obtenido importantes premios y galardones, como el Premio Nacional de Danza a la Creación, el Premio de Coreografía ADE, ocho premios Giraldillo en diversas ediciones de la Bienal de Arte Flamenco de Sevilla o la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes, por citar algunos.