Para venir a lo que no gustas,
has de ir por donde no gustas.
Estos versos de San Juan son, digamos, fáciles de entender pero no creo que sean muy fáciles de asumir o llevar a la práctica. El mundo cotidiano en el que vivimos y que hemos construido entre todas nos invita constantemente a pensar que podemos acceder a todo, que podemos triunfar, que podemos tener, que podemos ganar; no es fácil pero es posible. Tenemos derecho a la abundancia. Pero San Juan nos habla de la renuncia que, aunque nuestro instinto nos lleve a querer tenerlo todo, el Ser, pasa por desprenderse de todo; ir a contra corriente, no tener, vaciarse de todo aquello que aparentemente nos da confortabilidad y adentrarse en un espacio completamente desconocido y que al descatalogarnos de lo habitual nos pone en una senda de vértigo.
Para hacer ese camino hay que ser, como San Juan, muy valiente, construir o comprender que el sentido verdadero de las cosas es un lugar distinto del que hubiéramos podido imaginar y que, sin lugar a dudas, será un lugar que «no nos gusta» y sobre todo que para llegar a él hay que «ir por donde no nos gustará».
Y eso no es un concepto, es una cruda realidad si de verdad encarnamos esa opción. Estaremos muy solas al principio y seguramente a lo largo de todo el camino, pero también, con la misma intensidad y certeza, nos hace conscientes, que hay un Todo, o un Dios, que puede estar fuera, pero que está también dentro de nosotras. Una fuerza desconocida que nos ofrece todo para hacer el viaje hacia una misma, lo que desencadenará el viaje certero hacia el otro, un Todo que está deseoso de hacer ese camino con nosotras.
Amada en el amado transformada.
La propia Iglesia fue implacable encerrándolo dos veces en la cárcel, porque San Juan no tuvo ninguna prevención, siendo él mismo, de poner al descubierto que la Iglesia era también una apología de poder y abundancia.
Si nos atrevemos de verdad a desenmascarar a nuestra sociedad, como hizo San Juan, siendo fieles a nosotras mismas, a nuestro Ser más íntimo, quizás dejaremos de ser cómplices de este despropósito, mundial y particular, que entre todas hemos construido.
San Juan de la Cruz, la Música Callada de Mompou, el Cristo de Velázquez, tres herramientas de luz maravillosas para transitar del desasosiego al sosiego.
El director
Lluís Homar
Reparto: Adriana Ozores y Lluís Homar
Pianista: Emili Brugalla
Dramaturgista: José Carlos Plaza
Dirección: Lluís Homar