El Gran Teatro acoge mañana Rojo, una obra dirigida e interpretada por Juan Echanove, junto a Ricardo Gómez como compañero de reparto. Se trata de un texto del norteamericano John Logan sobre el pintor Mark Rothko, uno de los máximos representantes del llamado Expresionismo Abstracto. La obra, que constituye el mayor éxito teatral de su autor, se representa por primera vez en los escenarios españoles.
La historia en la que se basa la función parte de un hecho real: el famoso pintor Rothko (1903-1970) se enfrenta al que quizá sea su mayor reto profesional y su mayor dilema ético cuando a finales de los años cincuenta del siglo pasado recibe el encargo de pintar una serie de murales, extraordinariamente bien pagados, para decorar la galería del comedor del elitista restaurante Four Seasons de Nueva York. En ese momento, la tarea se consideró el encargo más caro desde que Miguel Ángel recibió el de pintar la Capilla Sixtina. Es el principio de su decadencia, pero el tormentoso creador, de carácter arrogante y torturado, se niega a aceptar que las nuevas corrientes del Pop Art, luchando entonces por abrirse paso en el panorama artístico, acechan dispuestas a pisotear su legado, tal y como su generación hizo con los cubistas que la precedieron.
Bajo la incisiva mirada de su joven ayudante, interpretado por Ricardo Gómez, Rothko (Juan Echanove) pinta un certero retrato de su visión del arte, de la vida y de la muerte a la que no quiso esperar. Lo hace a través de unas profundas reflexiones, enfrentándose al muchacho, que le planta cara como nadie había osado hacerlo. No es este el primer proyecto en el que coinciden ambos actores, que ya trabajaron juntos en la conocida serie de televisión Cuéntame como pasó.
Galardonada con seis premios Tony (incluido el de Mejor Obra) y representada en medio mundo, desde Chile hasta Japón, Rojo constituye el mayor éxito teatral del dramaturgo y guionista John Logan, autor entre otros de los guiones de Gladiator o El Aviador.
Echanove define al pintor de origen letón como un creador “despreciable” en lo personal y “descomunal” en lo artístico, una clase de persona de la que dice huir en su profesión. En cuanto a la obra, asegura que “es difícil encontrar un texto y unos personajes que aporten más conmoción y vida a los actores. El texto de Logan te sumerge en un magma emotivo que se va desgranando en ese gran atril donde Rothko fue pintando sus cinco grandes murales”. Y añade que tanto él como Gómez “no somos capaces de pasar técnicamente la función. Es imposible no enfrentarse a ese texto desde la verdad más absoluta, aquella que duele y quema”.