El Teatro Góngora presenta mañana Lehman Trilogy, una obra con música en directo en la que más de 100 personajes desfilan ante el público en un viaje que narra en un tono a la vez pedagógico y crítico la deriva del capitalismo moderno. El fracaso del sistema se muestra a través del relato, mordaz e irónico, de la saga de tres generaciones de una familia judía, los Lehman. Entre otras cuestiones, el texto del dramaturgo Stefano Massini responde a la pregunta ¿cómo se ha podido llegar hasta aquí?, uno de los interrogantes planteados tras la caída del banco de inversiones Lehman Brothers, que desencadenó la más grave crisis económica, ética y social de las últimas décadas y de la que el mundo aún no se ha recuperado.
Sergio Peris-Mencheta es el responsable de la adaptación y dirección del montaje, para el que cuenta con un sólido reparto que integran seis actores que también son músicos y cantantes: Pepe Lorente, Víctor Clavijo, Darío Paso, Litus, Aitor Beltrán y Leo Rivera dan vida a 136 personajes que transitan sobre las tablas a un ritmo vertiginoso en una especie de triple salto mortal continuo ejecutado con enorme maestría. Para contar una historia que comprende una etapa de casi 160 años de la historia de Estados Unidos se necesita tiempo: 3 horas y 30 minutos exactamente, que es lo que dura la función, incluidos dos descansos de 15 minutos. La duración, no obstante, no lastra el resultado, al contrario, sirve para mostrar el equilibrio, el abrumador esfuerzo y la perfección del trabajo de todos quienes trabajan en el hecho artístico, desde la impecable dirección, hasta la descomunal tarea de los intérpretes, pasando, entre otros elementos, por la lograda escenografía de Curt Allen Wilmer. En definitiva, “una genialidad”, según la crítica.
El relato comienza el 11 de septiembre de 1844, momento en el que Heyum Lehman, el hijo mayor de un comerciante de ganado de Baviera, desembarca en el puerto de Nueva York, y termina el 15 de septiembre de 2008, con el anuncio de la quiebra de Lehman Brothers. La obra original es un largo monólogo escrito en verso libre, de 5 horas de duración, que al contar la historia de los Lehman recorre también grandes hitos de la historia política y económica, como la guerra civil estadounidense, la gran depresión de 1873, el crack de 1929, las dos guerras mundiales, las crisis del petróleo de 1973 y 1979 y, por supuesto, la de 2008. El texto, estrenado en París en 2013, le valió a Massini -actual director artístico del Piccolo Teatro de Milán- el premio de la crítica francesa de aquella temporada. Desde entonces no ha dejado de llevarse a escena con enorme éxito y en distintas versiones: ahora mismo puede verse en
Londres la del National Theatre, dirigida por el cineasta San Mendes. Sergio PeresMencheta la sirve por primera vez en español, tras dos años de intenso trabajo, convertida en lo que él llama “balada para sexteto en tres actos”.
La música es crucial en este montaje, aunque el director y adaptador de esta versión no la considera propiamente un musical sino “una obra con momentos musicales”, desde los ritmos afroamericanos hasta las canciones de Bob Dylan.”La obra es muy verborreica -argumenta- y desde el principio pensé que la música era un buen hilo conductor para contar esta historia que abarca más de 150 años y oxigenar la información”. Peris-Mencheta destaca además del texto su carácter didáctico, haciendo al público partícipe de los vaivenes económicos. “Massini da al espectador una clase de economía sin que este se dé cuenta y desde un lugar objetivo y nada panfletario. Por eso la obra puede gustar a gente de izquierdas y de derechas, navega muy bien por el camino del medio”.
La burbuja inmobiliaria le estalló en la cara a un emporio que había arriesgado demasiado y que en aquel momento ya no tenía nada de Lehman ni de Brothers. El último de la saga, explica el director, muere a finales de los 60, pero su apellido “se convirtió en una marca, en una gran fachada que refleja la deshumanización del sistema”.Una falta de humanidad progresiva que se plasma en la obra: “Desde el minuto uno empatizamos con ese pionero que se juega la vida en 1844, que llega con una maleta, pone una tienda de telas y comienza a crecer”, destaca Peris-Mencheta. “ Pero a medida que avanza la obra -explica- los personajes van perdiendo su cultura, ya no es tan importante cerrar los sábados, ni por luto. Se apegan cada vez más y más al dinero, y cuando la obra se acerca a nuestros días, a una crisis de la que tú has sido víctima, dejas de empatizar”.