Copenhague llega mañana sábado al Gran Teatro en un montaje protagonizado por dos pesos pesados de la escena española: Emilio Gutiérrez Caba y Carlos Hipólito, con Malena Gutiérrez cerrando el reparto y bajo la dirección del argentino Claudio Tolcachir, muy bien acogido en nuestro país por sus trabajos. Un trío de actores de sólido y consolidado talento para interpretar un claro ejemplo de teatro de texto y de reflexión. El dramaturgo británico Michael Frayn recibió el Premio Tony a la mejor obra de teatro por Copenhague, que también es una de las piezas más galardonadas y representadas de los últimos años.
El espectáculo narra el encuentro que tuvo lugar en 1941 en la capital de Dinamarca, ocupada por las tropas de Hitler, entre el gran científico danés Niels Bohr, acompañado por su esposa, y su antiguo alumno el alemán Werner Heisenberg, representante de los estamentos nazis. Ambos representan posiciones muy dispares por la situación enfrentada de sus dos países durante la Segunda Guerra Mundial. Maestro y discípulo, interpretados por Emilio Gutiérrez Caba y Carlos Hipólito respectivamente, se enfrentan al problema ético del uso de los avances en física teórica para el desarrollo de armamento nuclear en el conflicto que el mundo estaba viviendo.
Todo son conjeturas sobre aquel misterioso encuentro en la ciudad de Copenhague, que algunos han querido ver como decisivo para que la balanza de la guerra se inclinase a favor de los aliados, impidiendo la creación de la bomba atómica por parte de los alemanes y, tal vez, la victoria nazi en la contienda. En realidad, poco o nada ha trascendido de lo que allí se habló. La obra de Frayn -”para mí uno de los textos más importantes de las últimas décadas”, en opinión de Gutiérrez Caba”- intenta arrojar luz sobre este asunto. Por razones que no están establecidas desde el punto de vista histórico, estos dos gigantes de la ciencia mundial rompieron relaciones de manera permanente después de esta entrevista. Esta ruptura causó gran revuelo en el mundo de la ciencia y produjo numerosas especulaciones sobre sus razones. Y más si se tiene en cuenta que Heisenberg había sido el estudiante predilecto de Bohr, una circunstancia que la obra tiene en cuenta al presentar un trasfondo y un enfoque humanista en la relación entre alumno y profesor.
Hitler nunca pudo llevar a cabo su propósito de fabricar la bomba atómica. “Afortunadamente, porque Europa no sería tal y como la conocemos hoy”, destaca Hipólito. El actor considera que su personaje, el físico alemán, “es apasionante y muy contradictorio. Varias biografías dicen que Heisenberg no logró construir la bomba nuclear para el líder nazi porque le fallaron los cálculos, pero la tesis de la obra de Frayn hace al personaje más atractivo. El autor considera que él científico no quiso dar la la bomba a Hitler y así logró frenar algo que hubiera acabado con Europa”.
Para Gutiérrez Caba, Copenhague habla de algo “muy interesante: los dilemas éticos de
la ciencia y también de la condición humana en su aspecto ético”. El intérprete del científico danés se muestra, en general, muy poco optimista con el mundo en que vivimos. “La historia de la humanidad desde hace 150 años es la historia de una metedura de pata constante, de una insensatez y de una incompetencia por parte de los gobernantes y los militares asombrosa”, considera.
En cuanto al duelo interpretativo que supone la función -sin olvidar el buen trabajo de Malena Gutiérrez- el veterano actor destaca que “es un montaje espectacular en el sentido de enfrentamiento actoral entre los dos. Para mí es estupendo poder competir en un escenario de la manera más leal posible con Carlos . Es uno de los mejores actores españoles que hay”. En el caso de Hipólito, el actor afirma que “Gutiérez Caba y su familia son unos referentes por la forma de encarar este oficio”. Lo indudable, según la opinión general, es que ambos pertenecen a esa rara estirpe de actores reconocidos y queridos por igual por el gran público y la crítica.