Sobre un texto del cordobés Paco Bernal, T&T Creaciones trae el viernes al Teatro Góngora (20:00 horas) Aguirre, una obra que en el contexto de la conquista de América se centra en uno de sus personajes más vilipendiados para mostrar la cara oscura de aquella epopeya: el megalómano Lope de Aguirre. Bajo la dirección de Pedro Hofhuis, tres actores –José Carlos Cuevas, David Mena y Adriana Cura– dan vida a una decena de personajes para revivir ante el público las escenas finales del cruel conquistador, cuya figura reivindicará, siglos después, Simón Bolívar en el marco de la independencia americana.
En el escenario, Lope de Aguirre se encuentra rodeado por los soldados del imperio español, que por fin le han dado caza. A su lado, la única compañía que ha tolerado en años, su amigo Pedrarias y su hija Elvira. Aguirre se enfrentará a los fantasmas, miedos y traiciones que lo han llevado hasta una pequeña cabaña en Barquisimeto, rodeado por el poderoso ejército español de Felipe II que busca ajusticiarlo.
El autor de Aguirre lo describe como un hombre “intrigante, tirano y libertador”. Un enfermo del valor absoluto del honor que le impide olvidar ni una sola ofensa y renunciar a la venganza, Aguirre, paranoico lindando con la psicopatía, mata con facilidad a amigos e incluso a seguidores poco entusiastas. Se le atribuyen, directamente o por orden suya, 72 asesinatos. Desconfía de todos y duerme vestido y armado. Raya la locura al considerarse un elegido que funda una nueva dinastía. Pero es también un hombre que combatió a todo un imperio cara a cara; es la cólera de dios retando al mismísimo Felipe II y a la Historia desde un meandro perdido del Amazonas. “Es un descenso a los infiernos. Un corazón de las tinieblas”, concluye Bernal, tras considerar que “a su manera, pedía justicia”.
Para el director del montaje, Aguirre es una oportunidad para poner frente al público aquellos otros españoles del siglo XVI que al contrario que Cortés, Pizarro o El Cano, no se vieron favorecidos por la fortuna, y su paso por el Nuevo Mundo, un penoso deambular del que obtuvieron un mísero beneficio. Para ellos, la ambición por el poder, el oro y la libertad que supuso la conquista generó una enfermedad social que llevó a muchos hombres a volverse locos de obsesión. “Lope de Aguirre es la cara enferma de la conquista, la menos visible”, señala el director del montaje.
La puesta en escena enmarca la acción en la selva sudamericana donde la maleza no deja ver la realidad, simbología absoluta del delirio de Lope de Aguirre, del que muestra la crueldad, pero también su lado humano, su necesidad de poder y su ansia de libertad. Se trata, destaca la compañía malagueña, de una puesta en escena “actual y arriesgada”, que pretende plantear cuestiones muy claras que cada espectador debe responderse con total franqueza: “¿Hasta dónde se está dispuesto a llegar a cambio de un ideal? ¿El fin justifica los medios? ¿Se puede conseguir la libertad a cambio de la destrucción?”, preguntan los creadores de Aguirre.
Gabinete de Prensa IMAE