Imanol Arias protagoniza mañana sábado en el Gran Teatro de Córdoba (20:00 horas) Muerte de un viajante, un clásico de la dramaturgia contemporánea y la obra que consagró internacionalmente a Arthur Miller, el autor que se atrevió a cuestionar por primera vez sobre un escenario el famoso sueño americano a través de una demoledora reflexión sobre el ser humano.
Bajo la dirección del reconocido director argentino Rubén Szuchmacher, la adaptación del texto realizada por Natalio Grueso cobra vida en el escenario a través del reparto encabezado por el conocido actor en el papel de Willy Loman. el viajante. Arias define a su personaje como “un hombre equivocado que perdura”. “Tiene –añade- una especie de obsesión por no encajar lo que aprende”. Y de eso habla esta obra universal, del fracaso,de la falta de autenticidad, temas que no han perdido vigencia desde su estreno en 1949, dirigida por el gran cineasta Elia Kazán.
La obra presenta a un viajante de comercio que ha entregado toda su vida y su esfuerzo profesional a la empresa para la que trabaja. Su único objetivo es darle una buena vida a su mujer y sus dos hijos, que le adoran, e inculcarles la ambición por triunfar y progresar en la escala social. Con sesenta y tres años, exhausto y agotado tras una vida sin descanso, Willy Loman ve como su posición se tambalea. Sus ventas ya no son lo que eran y ello provoca problemas con sus jefes. Su matrimonio tampoco va bien; ni la relación con sus hijos, impregnada de resentimiento provocado por un antiguo secreto escondido. Todo ello le lleva a una espiral de depresión y autodestrucción en la que su único apoyo es su abnegada esposa. A medida que se complican los acontecimientos y sus sueños se desvanecen, todo se precipita hacia un final trágico al que el vencido viajante parece inexorablemente abocado.
Arthur Miller desarrolló a lo largo de su vida un intenso activismo político y social, de ahí que un elemento fundamental de su producción sea la crítica al sistema, al capitalismo salvaje, al sueño americano como un espejismo cruel que aliena al individuo y en el que el ser humano solo vale lo que sea capaz de producir, con la consiguiente frustración provocada por las aspiraciones no cumplidas. La obra del dramaturgo americano, no obstante, presenta un amplio abanico de temas: la incapacidad de padres e hijos para expresar su amor, las complejas relaciones de pareja, la necesidad de triunfar y ser aceptado por los demás, la anulación de la persona en el ámbito laboral, la frustración, los sueños rotos, el fracaso…
Imanol Arias encabeza un ensamblado reparto que integran su hijo, Jon Arias, Jorge Basanta, Fran Calvo, Cristina de Inza, Virginia Flores y Carlos Serrano-Clark, que dan vida a los ocho personajes que aparecen en escena. La productora es Okapi, responsable de dos grandes éxitos de crítica y público de la cartelera española en los dos últimos años: El coronel no tiene quien le escriba, protagonizada también por Imanol Arias, y La fiesta del Chivo, con Juan Echanove, ambos dirigidos por Carlos Saura. Los dos montajes se representaron la temporada pasada en el Gran Teatro.