El Gran Teatro presenta mañana viernes La máquina de Turing, un montaje centrado en la vida del brillante matemático Alan Turing (1912- 1954). Considerado un precursor de la informática moderna e inventor de lo que podría denominarse el primer ordenador, fue un hombre al que la sociedad de su tiempo premió como un héroe por sus avances científicos, y condenó después al desvelarse su homosexualidad, un crimen según la ley inglesa de la época.
Sobre el personaje se han escrito dos libros y se ha hecho una película, Descifrando Enigma, basada en uno de ellos. De este material se nutre la versión teatral que ahora llega a Córdoba. Claudio Tolcachir, reconocida figura de la escena española, dirige y adapta la fascinante obra del dramaturgo francés Benoit Solès, avalada por 4 Premios Molière . El reparto lo componen los actores Daniel Grao, en el papel de Turing, y Carlos Serrano, que interpreta a varios personajes.
Del profesor Alan Turing puede decirse que es una de las mentes más geniales de la historia, así como un pionero de la computación. Entre sus numerosas aportaciones al avance de la ciencia destaca el haber descifrado el código nazi “Enigma”, un lenguaje cifrado que los alemanes utilizaban en sus comunicaciones durante la II Guerra Mundial. Se ha estimado que el descubrimiento de este código secreto acortó la duración del conflicto entres 2 y 4 años, evitando así grandes pérdidas en vidas humanas y bienes.
Para desarrollar sus ideas Turing inventó un artilugio al que llamó “Christopher”, considerado el primer ordenador de la historia. La máquina era capaz de efectuar desde 1940 cálculos imposibles para la inteligencia humana y, al cabo, prestó un servicio esencial a Inglaterra y a todos los afectados por la guerra. El matemático británico fue considerado un héroe en la lucha contra los alemanes por frustrar las estrategias de cifrado de la marina nazi, y su trabajo también obtuvo el reconocimiento de las autoridades -Winston Churchill y la Reina Isabel de Inglaterra lo elogiaron y agradecieron sus investigaciones-. Pocos años después de acabar la contienda ese estatus cambió brutalmente cuando se conoció su homosexualidad. Pasó entonces a ser un criminal que debía acabar en la cárcel o someterse a una castración química. Turing eligió esta segunda opción, pero finalmente el deterioro emocional y físico fue tanto que se suicidó comiéndose parte de una manzana que había envenenado con cianuro. Tenía 41 años. Así acabó la vida de un benefactor incomprendido, un genio humillado y maltratado
por la homofobia de sus coetáneos. La injusticia cometida fue reconocida y enmendada, si se puede decir esto, mucho más tarde, en 2013, cuando Isabel II concedió el indulto póstumo a Turing tras varios años de movilizaciones públicas pidiendo la reparación de su nombre.
Para Daniel Grao la propuesta que se presenta ante el público “pone el acento en el lado humano” de su personaje. Turing, dice el actor, es “un ser humano complejo y lleno de contrastes, con una inteligencia abrumadora muchas veces combinada con una incapacidad en lo social, con una dificultad para el trato con los demás…y entrañable a la vez. Eso me emociona”. Y concluye “que una persona tan brillante, a la que se le debe tanto históricamente, tuviera que acabar suicidándose por su condición homosexual me parece atroz”.