El conocido actor José Luis Gil interpreta mañana sábado en un Teatro Góngora (20:30 horas) con todas las localidades agotadas a uno de los grandes clásicos de la escena: la famosa obra de Edmond Rostand Cyrano de Bergerac, un símbolo del teatro francés y universal. Se trata de un drama romántico que lo tiene todo: aventura, pasión, tensión, humor, belleza, amor y desamor. El conocido actor se pone en la piel del narizotas más famoso de la historia acompañado por Ana Ruiz, Álex Gadea, Nacho Rubio, Carlos Heredia, Rocío Calvo y Ricardo Joven, un amplio reparto que encarna a más de veinte personajes. La dirección corre a cargo de Alberto Castrillo-Ferrer.
El texto de Rostand es una muestra del poder de la palabra, tanto en la vida como en la escena: Cyrano es la fuerza de su verso, su descaro y sutileza, un verso ágil y profundo, popular y erudito, descarado y vital. Puede decirse que Cyrano es mucho más que una obra o un personaje, es el emblema nacional galo. “Clásico entre los clásicos y moderno entre los modernos”, en palabras del director del montaje, reconocido hombre de teatro al que el público cordobés pudo ver el pasado mes de diciembre en la Sala Polifemo como intérprete, precisamente, del monólogo Ildebrando Biribó, el último Cyrano, en el que daba vida a un apuntador.
Objeto de numerosas versiones, representado desde su estreno en todos los escenarios del mundo, llevado al cine…Cyrano de Bergerac es una historia sobre un soldado gascón valiente, orgulloso y poeta que está enamorado de la bella Roxana. Tiene hechuras y fortaleza de superhombre y posee el ingenio romántico capaz de enamorar en dos tiradas de versos, pero, a pesar de ello, vive mortificado porque posee una descomunal nariz que le acompleja y le hace incapaz de sincerarse con la mujer que ama. Además, ella quiere a Cristian, un joven muy hermoso pero torpe de palabra. Cyrano, generoso y honesto, ayudará al muchacho a enamorar a Roxana a través de cartas de amor que él mismo escribe, creando un pacto que lo convertirá en esclavo de un amor imposible.
La obra se estrenó el 28 de diciembre de 1897 en el corazón del París teatral, protagonizada por el mejor actor de su época y socio de la Comedie Française durante más de 40 años, el gran Coquelin Ainé. Como además era director del Theatre de la Porte Saint Martin, el famoso actor produjo también el espectáculo. Cuentan que al tratarse de un texto diferente, innovador, histórico pero socarrón, Coquelin sintió un acusado temor al fracaso. No había motivo, pues el triunfo fue arrollador: un ministro que asistía a la función entregó a su término al autor, Rostand, su propia medalla de la Legión de Honor, y la obra finalizó con veinte minutos de aplauso ininterrumpido. Había nacido el mito Cyrano.
José Luis Gil -el popular señor Cuesta de la serie televisiva Aquí no hay quien viva-, destaca que papel de Cyrano está en su cabeza desde que empezó a dar los primeros pasos como actor. “Descubrí -cuenta- un personaje con un mundo interior tan lleno de ternura, valentía, frustración y melancolía -es decir, de vida- que me imaginaba dentro de su vestimenta dispuesto a vivir la aventura de su sufrimiento y la felicidad prestada que le proporcionaba vivir su amor a través de otro personaje”. Años después, continúa, después de haber representado a clásicos como Segismundo, Romeo o Hamlet, “me di cuenta de que Cyrano sería mi personaje preferido toda mi vida”.
Por su parte, Alberto Castrillo-Ferrer explica que ha elegido hacer un montaje “a la europea”. “No con grandes aparatajes escénicos -explica-, sino con el lujo de las ideas y la belleza de las cosas sencillas pero efectivas. Un montaje que nos permita soñar con mosqueteros y con amores imposibles, con descarados lances y alegres bufonadas, que su verso sea música para nuestros oídos y su ritmo adrenalina para el corazón. Un montaje donde la magia del teatro nos haga trascender los azares de la vida”.