El Gran Teatro acoge mañana sábado Divinas Palabras, una de las obras más conocidas de Ramón María del Valle Inclán y la más universal del autor gallego. Considerada una obra cumbre del teatro español, el montaje que la trae a Córdoba está dirigido por José Carlos Plaza, responsable también de la dramaturgia. La actriz María Adánez encabeza un sólido reparto coral en el que figuran Alberto Berzal, Ana Marzoa, Chema León y Diana Palazón, entre otros intérpretes.
Con el subtítulo Tragicomedia de aldea, Divinas Palabras se publicó en 1919, por lo que se cumple ahora su centenario. Se estrenó en 1933 en el Teatro Español de Madrid, dirigida por Cipriano Rivas Cherif y con Margarita Xirgú en uno de los principales papeles. La obra supone la culminación del ciclo mítico de Valle Inclán, con una estética muy cercana a sus esperpentos y el resultado de la unión de elementos trágicos, dramáticos, cómicos y grotescos, siguiendo la línea de las pinturas negras de Goya, una influencia evidente, así como la de Solana. El autor muestra un desgarrador retrato del lado más oscuro y cruel de la sociedad española de la época, una imagen que cobra cada día más vigencia en un mundo en el que el hombre es un lobo para el hombre.
En palabras de José Carlos Plaza, la obra “es el exponente más moderno, el engranaje más perfecto y el cénit en el que el teatro español alcanza su máximo nivel, hoy en día aún no superado”. Para el veterano y reconocido director, se trata de la tercera vez que trabaja con este texto, tras dirigirlo en dos ocasiones: en 1976 para la compañía vasca Orain y en versión operística en 1997, con música de Antón García Abril.
Valle-Inclán ofrece en Divinas Palabras su visión esperpéntica de la realidad a través de la codicia y la avaricia que despierta un enano hidrocéfalo, expuesto en las ferias por sus familiares para conseguir dinero. Muestra así la insolidaridad y las miserias de un país que podría ser el actual, según el director. “En España -afirma- vamos del insulto a la descalificación, no se puede ir más bajo en un mundo que nos empuja a ser peores como seres humanos”. Plaza, no obstante, llama la atención sobre la belleza del texto creado por Valle: “Es un lenguaje muy hermoso y lo utiliza para envolver toda esa negrura que encarna cada uno de los personajes y la historia. Las palabras tienen un tono exuberante, inventado, mezcla de expresionismo e impresionismo, y se transforman en algo poético, de una belleza insuperable”.
Destaca también el director la “modernísima visión del concepto teatral” que tiene el autor, al hacer que los espacios se multipliquen y mezclando el realismo, el esperpento, lo arcaico y lo esotérico para producir una “verdadera borrachera de imágenes”. Y explica que los once actores y actrices del elenco interpretan, casi todos, más de un papel para
dar vida a los más de cincuenta personajes ideados por el autor. Todos ellos, sin embargo, tienen algo en común: son seres sórdidos y miserables que revuelven al espectador en su butaca y le hacen pensar.
María Adánez se estrena en esta función a las órdenes de Plaza, Premio Nacional de Teatro en tres ocasiones. La actriz asegura que ha sido un trabajo “duro, intenso, pero satisfactorio, y realizado por todo el elenco artístico desde la honestidad”. La actriz interpreta a Mari Gaila, la protagonista, “un personaje tan primitivo como los demás que componen la trama, que se mueve por instinto, por la codicia; hay poca humanidad en ella, pero también lucha por su libertad dentro de un entorno opresivo y machista, que la castiga por su libertad sexual y por poder elegir”.